dilluns, 18 de juliol del 2011

ARTURO PÉREZ-REVERTE I ELS ESCACS


En algunes entrades que he fet sobre "literatura i escacs", he comentat que, de ben segur, els escriptors que parlen sobre els escacs en les seves novel·les, són coneixedors i amants d'aquest joc. En un interessant article d'Arturo Pérez-Reverte, del qual vaig comentar la seva novel·la " La tabla de Flandes" en aquest blog, defensa que el joc dels escacs entri a les escoles pel seu valor educatiu i pel que escriu, queda confirmat el que deiem abans: és un amant del escacs.

I si no ho creieu, llegiu aquesta part de l'article que us recomano llegir tot sencer( "sobre niños, vida y ajedrez" XL Semanal 11/7/2011.http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/609/sobre-ninos-vida-y-ajedrez/):
En fin. Qué quieren que les diga. Quienes de ustedes me leen desde La tabla de Flandes conocen la importancia que el ajedrez tiene en varias de mis novelas, como en mi concepción del mundo y de las cosas. Soy un mal jugador; pero crecí entre libros, marinos y ajedrecistas, y mis primeros recuerdos están unidos a la imagen de mi padre y sus amigos inclinados sobre un tablero, entre humo de cigarros y pipas. Me acerqué a ese juego desde muy niño, incluso antes de comprenderlo, intuyendo en él claves útiles sobre los misterios insondables o estremecedores de la vida. Después, los cuadros blancos y negros, las piezas en sus escaques, me ayudaron a entender mejor el mundo por donde eché a andar temprano, mochila al hombro. Gracias al ajedrez, o a los perfectos símbolos que lo inspiran -repito que soy jugador mediocre, a menudo torpe-, encajé de modo razonable el miedo al aguzado alfil, el horror de la torre devastadora, la soledad del peón aislado en su casilla, los cuadros blancos, negros, fundidos en grises, de la turbia condición humana. Y mientras estuve -todos estamos alguna vez, tarde o temprano- en el vientre del caballo de madera esperando mi turno para degollar troyanos dormidos, y luego, cuando al regreso con sangre en las uñas la vida me despobló el cielo de dioses, el ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. Otros van a la iglesia, y yo voy al ajedrez. De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida. Como quien asiste a misa.

Salutacions cordials

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